La política fiscal

Todos hablamos de la economía, aunque parece que esto estuviera reservado a los grandes expertos del Banco Mundial o del Fondo Monetario Internacional porque nos han hecho creer que su estudio es muy complejo y destinado solo a algunos iluminados que nos guiaran en este camino oscuro.

Un postulado macroeconómico básico es que la política fiscal puede ayudar a estimular la demanda agregada y reactivar una economía estancada. La “famosa” demanda agregada (de producción) es igual a la suma de el consumo, la inversión privada, el gasto público y las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones). Esto significa que el crecimiento neto de cualquiera de estos componentes, automáticamente incide en un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Existen dos corrientes para reactivar la economía; la primera se llama política fiscal expansiva y la segunda –como era de suponer- contractiva, es decir, se usa los impuestos (bajan o suben) para financiar el gasto público y/o el déficit presupuestario.


Actualmente el gobierno ha decidido utilizar la política fiscal contractiva, como formula para resolver este tamaño entuerto. Pero, ¿que efectos produciría tal medida?. Si las matemáticas no me fallan, un incremento en los impuestos reduce la capacidad de las personas –naturales o jurídicas- de consumir o de invertir, esto significa que para que la medida tenga los resultados deseados, el incremento en el gasto público deberá de compensar la disminución del consumo y la inversión privada del país. La verdad es que esto es discutible, si no tuviéramos que tapar el hueco del déficit presupuestario. Todo parece indicar que estamos tapando un hueco, abriendo otro más grande y mucho más difícil de tapar. Si la memoria no me falla, ya el ex Ministro Justiniano nos decía que Bolivia es un paciente que ha padecido de anemia, y ha pesar de su diagnostico acertado decidieron elevar los impuestos (extraerle sangre al enfermo) obligando al paciente ante tal decisión a intentar matar al medico.

Parece que no hemos aprendido de la historia, o peor aún no hemos cambiado de medico, pues hasta en un estudio reciente de la Oficina de Evaluación Independiente sobre el ajuste fiscal en los programas respaldados por el FMI, demuestran que para fomentar el crecimiento, la política fiscal tiene que adaptarse a la situación propia de cada país.

Habrá que aplicar de manera ortodoxa la política fiscal contractiva en las personas que goza de excelente salud –hablase las empresas transnacionales- a los que seguro que si les sacamos sangre, les dolerá, pero seguro también entenderán que si no donan sangre para las personas anémicas su propia salud esta en riesgo.

Ojala entendamos que en estos momentos necesitamos gobernantes (ejecutivos y legislativos) que tenga un sentido ético y patriótico, donde aunque sea por única vez, el bien común este por encima de los intereses individualistas que el modelo neoliberal tanto alienta.

Comentarios

Entrada Populares

Muerto el perro, se acabó la rabia

Datos, el nuevo petróleo del Siglo XXI

La falsa nacionalización de Evo

Pacto Fiscal y Autonomías

Los ratones cuidando el queso